Humanización en Salud
En los últimos tiempos, uno de los conceptos que con mayor frecuencia se asocia a la asistencia sanitaria es el de humanización. Pero, ¿en qué consiste la humanización en salud? ¿Qué actitudes debe tener un profesional que realice su labor de forma humanizada? ¿Cómo podemos evaluarlo?
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PROYECTO

En este proyecto participan los Grupos de Investigación SEJ473 “Intervención Psicológica y Médica a lo largo del Ciclo Vital” y el Grupo SEJ581 “Investigación en el ámbito Educativo y de la Salud” de la Universidad de Almería, junto con el Grupo de Investigación e Innovación en Ciencias de la Salud (IICSA) de la Universidad Alfonso X El Sabio.

Además en su desarrollo han colaborado:

El proyecto cuenta con el siguiente equipo investigador

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Dra. Mª del Carmen Pérez Fuentes

Profesora Titular de Universidad

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Dr. José Jesús Gázquez Linares

Catedrático de Universidad

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Dr. Iván Herrera Peco

Profesor e investigador de la UAX

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Dra. Mª del Mar Molero Jurado

Profesora Contratada Doctora (Acreditada Titular de Universidad)

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Dª. Mª del Mar Simón Márquez

Becaria en Formación

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Dra. África Martos Martínez

Profesora Ayudante Doctora

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Dra. Ana Belén Barragán Martín

Profesora Ayudante Doctora

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Dra. Fátima Oropesa

Profesor Sustituto Interino (Acreditada Contratado Doctor)

Así, se plantean una serie de fases hasta el desarrollo final del instrumento:

Planteamiento inicial

Fundamentación teórica, justificación y planteamiento de objetivos.

De qué hablamos cuando nos referimos a humanización. Cuáles son las variables relacionadas con la humanización. Qué importancia tiene este constructo en la atención sanitaria. Qué se sabe hasta el momento. Se construye el MODELO HUMAS de competencias de los profesionales de la salud.

Elaboración del instrumento

  • Redacción de ítems
  • Una vez realizada la búsqueda de información y recogida de datos, se redactarán y formularán los ítems del instrumento.

  • Elaboración del instrumento
  • Diseño del cuestionario y prueba piloto del instrumento. Evaluación de las dimensiones preestablecidas.

    IMPORTANTE: a partir del Modelo HUMAS nos planteamos la construcción y validación de instrumentos específicos para cada uno de los profesionales y contextos sanitarios donde se desee evaluar las competencias de humanización.

Implementación

Análisis y validación de la estructura del cuestionario HUMAS para enfermería. Recurso que se encuentra disponible en esta web.

HUMANIZACIÓN

En qué consiste la humanización en salud

A pesar de que hoy en día el concepto de la Humanización está muy presente en el entorno de los cuidados e incluso de que ha sido rápidamente acogido en dicho entorno, no existe una definición clara de lo que puede entenderse como Humanización de los cuidados en salud.

Esta falta de definición e incluso concreción sobre qué puede entenderse como Humanización de los cuidados hace que este término tenga muchas barreras.

Definir algo, máxime atendiendo a la vaguedad del término, siempre es complejo pero para abordar esa tarea es importante evaluar el entorno de la Humanización, valorando los agentes implicados y las acciones que se desarrollan.

Con respecto a los agentes implicados, cabe cabe reseñar que la Humanización de los cuidados se fundamenta en la interacción entre varios actores:

  • Pacientes y familiares
  • Profesionales sanitarios
  • Cuidadores no profesionales.
  • Gestores

Si bien la interacción entre todos ellos es esencial para que se pueda dar un entorno de trabajo y del cuidado que cumpla los objetivos y se adecue a la misión de un sistema sanitario, consideramos que es de vital importancia, para la Humanización del cuidado, la participación activa de los profesionales sanitarios encargados de ofrecer ese cuidado a los pacientes.

En relación a las acciones que se puedan llevar a cabo con respecto a la humanización del cuidado, se encuentra que éstas suelen enfocarse a:

  • Liderazgo en las organizaciones sanitarias
  • Competencias relacionales, humanísticas y éticas. Quizás haciendo especial hincapié en la comunicación efectiva y afectiva, trato cortés,
  • E incluso se menciona a la organización humanizada, aquella que debe cuidar su estilo, identidad e incluso valores. Pudiendo mencionar, con respecto a la estructura de los centros sanitarios el hecho de la propia arquitectura, la decoración o señalética, sin olvidar que con respecto a los profesionales pueda asociarse a la identificación clara del profesional sanitario.

En el momento actual parece que la definición que se puede asumir con respecto a la Humanización se asocia directamente con la calidad percibida de un servicio, asistencial, prestado.

Sin embargo, entendemos que la humanización del cuidado, y ésta como un modo de relacionarse entre personas no pueden definirse únicamente de un modo tan aséptico, ya que parece obviarse las competencias personales del propio profesional para medir sólo los productos de las acciones desarrolladas por estos profesionales.

Por eso, proponemos una definición de la Humanización del cuidado más enfocada al conjunto de competencias personales que permiten desarrollar la actividad profesional, dentro del ámbito sanitario, respetando y velando por la dignidad y el respeto al ser humano. Es, por tanto, una actividad enfocada a la mejora del cuidado de la salud, tanto física como mental y emocional, dirigida tanto hacia los pacientes como a los propios profesionales sanitarios.

El profesional sanitario y las actitudes básicas en la humanización

Se puede encontrar que dentro de un proceso asistencial, y asociado a los profesionales sanitarios , se considere que la Humanización del cuidado deba estar integradas por diversos puntos, como puedan ser por ejemplo:

  • Personalización de la atención
  • Calidad en el trato
  • Buena comunicación, aportando información clara
  • Transmitir seguridad y confianza
  • Proporcionar una atención integral y holística
  • Demostrar dignidad y respeto por los derechos de las personas
  • Comprender las necesidades y expectativas de los pacientes

Atendiendo a lo anterior, parece claro que, la Humanización de los cuidados implica que el personal sanitario presente un conjunto de recursos tanto sociales, como personales y emocionales que defina su práctica profesional, facilitando el desempeño laboral y permitiendo que la persona, el paciente, adopte un papel activo en el proceso de recuperación.

Se trata de un enfoque de construcción conjunta de la salud, donde el profesional es capaz de respetar a la persona y de ser sensible a sus necesidades, pero también de proporcionarle herramientas para mejorar la salud, desde un enfoque holístico), basado en la intersubjetividad y reciprocidad.

Es por tanto el conjunto de competencias que permitirán que el paciente pueda ser considerado realmente como el centro del sistema, donde pueda participar activamente del proceso del cuidado de su propia salud, convirtiéndose así en parte activa de su proceso junto a los profesionales sanitarios.

¿Podemos evaluar la Humanización?

En el momento actual la medición de la Humanización del cuidado, entendida como una dimensión inherente al profesional sanitario que se sustenta en sus competencias personales no técnicas, no se da.

La Humanización, a día de hoy, entendida como aquella acción o cualidad centrada en los resultados obtenidos de la aplicación de los planes institucionales de humanización, si se mide y podemos encontrar que la valoración que se desarrolla posee una clara inspiración procedente de la evaluación de los procesos de calidad derivados de las normas ISO o del modelo EFQM, donde se valorarán el Nivel de ejecución de las actividades programadas y el grado de cumplimiento de cada plan de acción definido. Los grados de cumplimiento se valorarán a su vez en base a porcentajes de las actividades, ya hayan sido ejecutadas, puestas en marcha, reprogramadas o incluso suprimidas.

Por otro lado, y en este mismo sentido, encontramos propuestas como las planteadas por el proyecto HUCI, donde en su Manual de Buenas Prácticas ofrecen una serie de 159 medidas a implementar en las Unidades de Cuidados Intensivos, para valorar si se cumplen unos estándares de humanización en dichas Unidades. La forma de medir o valorar estas buenas prácticas de humanización es realizando un Checklist y en gran medida se fundamenta en la realización o no de determinados procesos o acciones, más que en las competencias personales de los profesionales sanitarios que aportan los cuidados al paciente.

Por tanto, a la hora de valorar posibles formas de evaluación de la Humanización del cuidado a través de las competencias personales de los profesionales sanitarios implicados en el proceso de cuidar, debemos indicar que no existen y resulta una necesidad el valorar y analizar las competencias personales, no técnicas, de los principales agentes que desarrollan el Cuidado del paciente, los profesionales sanitarios.

Panorama actual de la Humanización en salud

En el momento actual, la humanización de los cuidados se encuentra desarrollándose a través de diferentes planes e iniciativas, algunas de las cuales se enfocan directamente a actuar sobre el ambiente como puedan ser modificación de las luces o eliminación de ruidos, como mencionan Kotzer y colaboradores (2011). O acciones enfocadas a la decoración de las paredes en un área pediátrica como se puede encontrar en el artículo publicado por Monti y colaboradores en el año 2012. Sin olvidar la incorporación de elementos de entretenimientos en las salas de espera, donde puede encontrar un ejemplo en el artículo de Biddiss y colaboradores (2013) dónde instalan pantallas táctiles con juegos interactivos para amenizar la espera en el área pediátrica.

Además, en cuanto a actuaciones se dan numerosas experiencias en las cuales se introducen animales como parte de la terapia, de lo cual podemos encontrar diversos ejemplos en la literatura científica, tales como los descritos por Gertz & Rabinowitz (2017), Moretty y colaboradores (2010), Mani & Weese (2016), Branson y colaboradores (2017), entre otros muchos estudios.


No pueden olvidarse las actuaciones enfocadas a la incorporación de acciones derivadas de profesionales, pudiendo ser no sanitarios, que ofrecen a los pacientes un momento de entretenimiento e incluso relax dentro del entorno sanitario. Actualizaciones como puedan ser:

  • Actuaciones de payasos, como menciona Barkmann y colaboradores (2013) ofrecen una interesante perspectiva a la hora de reducir el estrés en el entorno pediátrico. Además Boscarelli en su trabajo de 2017 indica que no sólo son acciones enfocadas a pediatría sino que también pueden ser de utilidad para otros tipos de pacientes. Donde se indica que en el estudio realizado por Dionigi & Canestrari (2016) los payasos fueron una buena manera de reducir el estrés y la ansiedad de los pacientes (no sólo niños).
  • Otro enfoque que se da habitualmente dentro de las acciones de la Humanización es el de la llamada músico-terapia . En este caso podemos encontrar artículos como el publicado por da Silva y colaboradores (2014) donde expresan que la música resulta efectiva a la hora de generar motivación y proporcionar confort a pacientes con cáncer en el momento de recibir el tratamiento.

No puede olvidarse las acciones en las que se desarrollan entorno al personal sanitario, desde lo que sería una modificación del vestuario como pueda darse en áreas pediátricas al cambiar el color de la ropa tal y como se describe en el trabajo de Roohafza y colaboradores (2009).

Además también se producen intervenciones centradas en los profesionales sanitarios, donde se ofrece formación , ya sea en formato de talleres o tutorías, en la mejora de las habilidades de comunicación (Tripodi y colaboradores, 2019).

En resumen, y a pesar de que se están desarrollando numerosas acciones encaminadas a desarrollar la Humanización del cuidado, es importante destacar que muy pocas de ellas se enfocan a proporcionar formación e instrucción en la mejora de las competencias personales que pueden ser relacionadas con el propio concepto de la prestación del cuidado por parte de los profesionales sanitarios, sino más encaminadas al entorno y ambiente que existe dentro del propio sistema sanitario y no sólo en los centros sanitarios.

Modelo de Humanización en el Personal Sanitario (Modelo HUMAS)

Desde nuestro grupo de investigación y con el objetivo de colaborar en la concreción de un término que posee una clara composición multifactorial, se plantea la creación de un modelo que permite explicar la Humanización del cuidado ofrecido por los profesionales sanitarios.

Es importante destacar que los aspectos que definen la Humanización en este modelo, no se asocian con el conocimiento técnico que, de todos es conocido, es algo que poseen en un elevado grado todos los profesionales sanitarios que desarrollan su actividad en el Sistema Sanitario puesto que la formación recibida se encamina en proporcionar un alto grado de conocimiento en los procesos y uso de la tecnología.

Este modelo se enfoca a aspectos como son la afectación, autoeficacia, comprensión emocional, disposición al optimismo y la sociabilidad.

¿Qué se entiende por disposición al optimismo?

El optimismo es el pilar del pensamiento positivo. En otras palabras, el optimismo es la creencia de un individuo sobre la probabilidad de obtener resultados positivos en el futuro, la tendencia de un individuo a creer en los mejores resultados posibles ante la incertidumbre.

El optimismo es un estilo de pensamiento, no una parte permanente del individuo, por tanto, es posible trabajar para el cambio. Pero también es un producto de la interacción social y la experiencia. La combinación de las perspectivas psicológica y social nos permite abordar el optimismo de manera equilibrada.

Salvando la famosa frase del vaso medio lleno o medio vacío, Oscar Wilde dijo una vez que la diferencia entre un optimista y un pesimista es que el optimista ve la rosquilla, mientras que el pesimista observa el agujero.

Es obvio que el pesimismo tiene su lugar y, en ocasiones, función adaptativa incluida, pero demasiada negatividad puede socavar el trabajo, las amistades y la salud. Detenerse en lo negativo aumenta el estrés.

La creciente importancia de incorporar el positivismo en el lugar de trabajo es reconocida por los investigadores. Existe evidencia que vincula el concepto con la mejora en el desempeño de los trabajadores. ¿Con quién preferirías trabajar, con alguien que te haga la jornada más fácil, o cerca de alguien que pasa el día quejándose por todo?

Hay una gran diferencia en estos dos puntos de vista, fundamentalmente sobre el impacto en el trabajo, la salud y la actitud hacia la vida, en general. Las investigaciones demuestran que el optimismo puede prevenir la depresión, aumentar la conexión social, aumentar el rendimiento en el trabajo, atraer el éxito y hacer que sea más resistente ante los contratiempos.

Nos ponemos muy rígidos cuando estamos en un estado negativo o pesimista. La negatividad restringe el pensamiento, nos pone a la defensiva y nos impide ver el panorama general. Las emociones negativas cambian la forma en que te comportas en la interacción con otros.

Las emociones positivas amplían y construyen. Las emociones negativas te frenan. Las emociones positivas te hacen sentir más curioso, explorar y tomar la iniciativa. Estás mirando hacia afuera, abierto a la conexión y probando cosas nuevas e interactuando con otros. La negatividad restringe tu experiencia, se activa el modo "déjame en paz".

No es de extrañar entonces que un enfoque más positivo genere resultados más positivos. Energiza, amplía las oportunidades, descubre soluciones, mejora en gran medida el equilibrio entre la vida laboral y personal.

Los profesionales de la salud, en continua interacción con compañeros, pacientes y familiares, y a menudo con un desempeño multitarea con plazos reducidos de tiempo… son vulnerables al agotamiento. En lo referente a la prevención de los síntomas del agotamiento, el optimismo y sus efectos amortiguadores tienen mucho que aportar...

¿Qué se entiende por sociabilidad?

La interacción social, aunque está eminentemente presente en todas las situaciones cotidianas del ser humano, es en las profesiones sanitarias donde las relaciones inevitablemente se intensifican. Así, los rasgos de sociabilidad son características que poseen las personas que fomentan las relaciones efectivas. Podemos diferenciar dos tipos de perfiles: aquellos que naturalmente muestran rasgos de sociabilidad, como una actitud amigable y abierta, autocontrol, adaptabilidad, integridad y espíritu de equipo, y aquellos que adoptan habilidades sociales con el tiempo. Los primeros suelen presentarse como líderes motivados que son una pieza clave para el desempeño de su labor profesional, pero también un activo en su desarrollo personal y bienestar consigo mismo y con los demás.

En una profesión en la que se debe velar por el bienestar de otros, parece que las cualidades altruistas son necesarias, pero deben aprender a convivir de forma equilibrada con las demandas propias del rigor en la atención y el mantenimiento de lo que se define como un “trato profesional”. En ocasiones, la tendencia hacia la conservación del rol profesional y el esfuerzo por protegerse de cualquier atisbo de vulnerabilidad en la relación con el otro, los profesionales de la salud pueden llegar a utilizar escudos que los protejan de actitudes y comportamientos humanistas y prosociales.

Así, suele ocurrir que la promoción de la conducta prosocial y el altruismo en el contexto de la salud es contradictoria. Al respecto, se recomienda un enfoque de atención clínica que sea prosocial y empático. El entrenamiento en atención plena, auto-reflexión y habilidades sociales puede ayudar a los profesionales de la salud a reconocer, regular y demostrar empatía dentro de los encuentros clínicos y profesionales.

Por cierto, ¿cómo anda de sociabilidad su médico, enfermero,…? Aunque las respuestas a esta pregunta varían, no es sorprendente que las habilidades sociales de los profesionales de la salud estén relacionadas con su desempeño laboral. Después de todo, independientemente de la competencia técnica de los médicos, su capacidad para tratar con pacientes e influir en su comportamiento dependerá más de su personalidad y actitud de lo que aprendieron en la facultad. La promoción del interés propio hacia otra persona en riesgo, es el núcleo de la práctica sanitaria.

¿Qué se entiende por comprensión emocional?

La comprensión emocional es un aspecto importante del desarrollo emocional. Si las emociones proporcionan información relevante para el significado personal, entonces las personas con un mayor sentido de claridad acerca de sus emociones pueden tener algunas ventajas para encontrar un significado en sus vidas. En la medida en que uno comprende claramente sus emociones contribuye a las percepciones del significado en la vida y al mantenimiento del significado en el contexto de la amenaza existencial.

Aunque los profesionales experimentan y muestran emociones en el trabajo, lo cierto es que cada vez con más frecuencia, el lugar de trabajo se presenta como un entorno de tareas automatizadas, inhumano. Los niveles de estrés están en su punto más alto, la digitalización ha acelerado el ritmo de vida a una velocidad casi impersonal. Parece que, ante este panorama, no es humanamente posible mantener la prevalencia de las emociones, con las presiones y los plazos.

Hoy en día, nos enfrentamos al desafío de "Re-Humanizar" el lugar de trabajo. Este proceso comienza con la adquisición de un nuevo tipo de inteligencia emocional. Para ello, sería necesario desarrollar un nuevo vocabulario emocional, es decir, ser capaz no solo de identificar lo que otros están experimentando, sino capaz de comprenderlo. Esto supone el inicio de un cambio positivo en la organización, los grupos, las relaciones interpersonales y el contexto de atención en salud.

Nuestra capacidad para ver las situaciones de manera objetiva y, por lo tanto, para entendernos a nosotros mismos y a otras personas depende de equilibrar e integrar la cabeza y el corazón. La inteligencia emocional es la capacidad de sentir, comprender y aplicar eficazmente el poder de las emociones, canalizado de manera adecuada como fuente de energía, creatividad e influencia.

La inteligencia emocional requiere que aprendamos a reconocer y comprender los sentimientos, tanto en nosotros mismos como en los demás, y que respondamos adecuadamente a ellos, aplicando creativamente la energía de las emociones a nuestra vida diaria, trabajo y relaciones. La inteligencia emocional se demuestra por la capacidad de verbalizar los sentimientos con precisión y con integridad. La inteligencia emocional puede ser incluso más importante que el IQ en la capacidad de lograr éxito y felicidad. Las personas que han desarrollado una alfabetización emocional, tendrán más confianza en sí mismos, y mayor comprensión de los demás y, por tanto, empatía.

¿Qué se entiende por autoeficacia?

Aprender a identificar, comprender y expresar las emociones de manera saludable, incluye la capacidad de comprender el impacto las propias emociones en pensamientos y comportamiento, así como la capacidad de retrasar o inhibir las reacciones impulsivas a emociones intensas. Una vez se desarrollan estas habilidades, se adquiere confianza en uno mismo, sabiendo que "tengo lo que necesito" para afrontar con éxito las situaciones difíciles. Estas habilidades emocionales se conocen como autoeficacia emocional y aquellos que carecen de ella pueden tener dificultades para interactuar positivamente con otros. Además, la falta de autoeficacia emocional puede interferir con su capacidad para lograr objetivos importantes en la vida, como mantener un desempeño adecuado en el ámbito laboral.

La autoeficacia emocional está marcada por la capacidad de manejar las emociones internamente, en lugar de externamente. Es por ello que una de las características asociadas a la autoeficacia emocional la expresión de emociones de una manera que sea socialmente aceptable y apropiada a cada situación.

Finalmente, la autoeficacia emocional implica tomar posesión de los sentimientos y comprender que las emociones no reflejan hechos objetivos. En otras palabras, los sentimientos representan una experiencia personal y subjetiva que resulta de una interpretación cualitativa de los eventos.

Por tanto, todos son responsables de sus propias respuestas emocionales, porque cada persona tiene su propia interpretación subjetiva y única del mundo que le rodea.

Resumiendo… ser autoeficaz (emocionalmente hablando), significa sentirse capaz emocionalmente, es decir, que uno se percibe como una persona hábil en la interacción con otros, concretamente para identificar emociones (p. e. detectar emociones negativas o cambios de humor) y, en base a esto, afrontar situaciones específicas que requieren de una respuesta ajustada a la persona y al contexto.

¿Qué se entiende por afectación?

Los trabajadores de la salud están sujetos a la experiencia diaria de situaciones extremas que pueden causar estrés en el desempeño de su labor de atención a los pacientes, sobre todo, en casos críticos o de alta complejidad, sea por la gravedad de los síntomas o por las características del paciente. La enfermería, la medicina (y otras disciplinas afines), figuran entre las profesiones más estresantes, por la responsabilidad que ostentan al manejar el bienestar, y en ocasiones la vida, de los pacientes y la proximidad con éstos y sus familiares. Exige una gran dedicación en el desarrollo de sus actividades, con mayor probabilidad de padecer problemas de salud y el desarrollo de episodios de estrés, que pueden llegar a cronificarse, en el peor de los casos.

La atención en salud es, por tanto, un entorno desafiante para aquellos que luchan por cumplir sus obligaciones morales con pacientes, familiares y la comunidad en general. Cuando las restricciones reales o percibidas impiden que los profesionales de la salud actúen sobre su responsabilidad moral de la manera en que creen que deberían, pueden experimentar un profundo sentimiento de angustia y fracaso que, a menos que se resuelva, puede seguir causándoles problemas durante años.

Cuando hacemos referencia al término “Afectación” lo primero que nos viene a la cabeza son palabras relacionadas con el afecto. Lo cierto es que, aunque no expresamente, no vamos desencaminados… En ocasiones, un pobre reconocimiento de nuestras emociones se traduce en una gestión y/o regulación limitada de las mismas, hasta el punto de padecer los efectos negativos de nuestra propia vulnerabilidad. Por ejemplo, en situaciones de atención sanitaria, se habla de la importancia de la empatía en la relación con el paciente. Evidentemente, como se indicaba anteriormente, el sentimiento de responsabilidad es una constante dentro de la labor de atención en salud. Sin embargo, un sentido de responsabilidad “poco realista” o poco ajustado a las circunstancias, puede desembocar en una cadena de “afectos” negativos que van desde el nerviosismo, pasando por la ansiedad, el miedo, incluso la culpa.

En este sentido, cobra especial relevancia la capacidad de autorregulación emocional en el personal sanitario. Esta es la herramienta que va a calibrar (ajustar) el grado en que nos afecta el hecho de empatizar con los otros, y la respuesta emocional que percibimos (a nivel personal), así como nuestro repertorio conductual (a nivel social).

En ambos casos, un bajo control de la Afectación implica consecuentemente un detrimento de la calidad de la atención en salud, además de los efectos perjudiciales en el bienestar del profesional.

RECURSOS

Publicaciones

Communication and humanization of care: Effects over burnout on nurses

Background: Healthcare professionals may have certain psychological characteristics which contribute to increasing the quality of their professional performance. Objective: Study the effect that humanization of care and communication have on the burnout syndrome in nursing personal. Methods: The sample included a total of 330 Spanish nurses. Analytical instruments used were the Health Professional’s Humanization Scale (HUMAS), Communication Styles Inventory Revised (CSI-R) and Brief Burnout Questionnaire Revised (CBB-R). Results: Two broad nursing profiles could be differentiated by their level of humanization (those with scores over the mean and those with scores below it in optimistic disposition, openness to sociability, emotional understanding, self-efficacy, and affection), where the largest group had the high scores. A communication repertoire based on verbal aggressiveness impacted indirectly on the effect of humanization on burnout, mainly in the personal impact component. We observed the relation of humanization profiles in nursing staff with the job dissatisfaction and burnout components. Besides that, some communication styles, verbal aggressiveness and questioningness, have an indirect effect on the relationship between humanization profiles and job dissatisfaction. Conclusions: The results on the relationship between communication styles and burnout, and the mediator effect of communication styles on the relationship between humanization of care and burnout in nursing personnel are discussed.

Moral Sensitivity, Empathy and Prosocial Behavior: Implications for Humanization of Nursing Care

Humanization of nursing is related to certain social and moral variables. Moral sensitivity, empathy, and prosocial behavior help understand a situation and make decisions that benefit the patient. The objective of this study is to find out how these variables are related, and define the differences in moral sensitivity, empathy, and prosocial behavior in humanization of nursing. We also analyzed the mediating role of empathy in the relationship between moral sensitivity and prosocial behavior. The sample was made up of 330 Spanish nurses aged 22 to 56, who completed the HUMAS Scale and adapted versions of the Basic Empathy Scale, the Moral Sensitivity Questionnaire, and the Prosocial Behavior Scale. Descriptive analyses, bivariate correlations and multiple mediation models were calculated. The results found significantly different mean scores between all the groups in responsibility and moral strength, cognitive empathy, and prosocial behavior, and in moral burden, the differences were in the high-humanization-score group compared to the low-score group. Furthermore, the mediation models showed the mediating effect of cognitive empathy between the responsibility, strength, and moral burden factors on prosocial behavior, but not of affective empathy. The study concluded that humanization in nursing is closely related to moral sensitivity, cognitive empathy, and prosocial behavior. This facilitates a helping, caring, and understanding attitude toward patient needs, but without the affective flooding that affective empathy can lead to.

A Cross-Sectional Study of Empathy and Emotion Management: Key to a Work Environment for Humanized Care in Nursing

At the present time, technological advances have increased the technification of healthcare services, in which high priority is given to efficiency and results achieved, leading healthcare personnel to prioritize administrative and procedural aspects to the detriment of humanization of care and the work environment. This study was intended to continue progress in research on the work environment based on the humanization construct by analyzing the explanatory value of emotional intelligence and empathy in nursing personnel. The study was quantitative, observational, and cross-sectional. The sample was made up of 338 Spanish nurses with a mean age of 32.20 (SD = 7.54; range 22–56). The instruments employed for analysis were the Healthcare Professional Humanization Scale (HUMAS), Brief Emotional Intelligence Inventory for Adults, and Basic Empathy Scale (BES). Mood and stress management—both emotional intelligence components—and cognitive empathy explained over half (51%) of the variability found in humanization of care in a sample of nurses. Furthermore, the mediation models proposed emphasized the mediating role of cognitive empathy in stress management and improvement in mood and its relationship to humanization. It is recommended that healthcare professionals reinforce their personal competencies in order to tend to the needs of their patients empathetically and improve emotional competencies for coping successfully with potentially stressful situations.

Propuesta de un Modelo de Humanización basado en las Competencias Personales: Modelo HUMAS

A pesar de que hoy en día el concepto de Humanización está muy presente en el entorno de los cuidados, no existe una definición clara sobre qué puede entenderse por humanización de los cuidados. Con el objetivo de colaborar en la concreción de un término que posee una clara composición multifactorial, se plantea la creación de un modelo que permita explicar las competencias y actitudes que debe desarrollar un profesional sanitario para incorporar la Humanización en el ejercicio de su profesión. En el modelo propuesto, la Humanización se define como un conjunto de competencias personales que permiten desarrollar la actividad profesional, dentro del ámbito sanitario, velando por la dignidad y el respeto hacia el ser humano. Es, por tanto, una actividad enfocada a la mejora del cuidado de la salud, tanto física como mental y emocional, dirigida tanto a pacientes y familiares, como a los propios profesionales sanitarios. El modelo teórico propuesto HUMAS, está centrado en los procesos psicológicos, en las competencias personales que capacitan a los profesionales sanitarios para ofrecer al paciente una atención de calidad. Así, el profesional, contando con todos los recursos disponibles en el sistema sociosanitario y en el entorno del paciente, además requiere de la adquisición y el desarrollo de competencias personales entre las que se encuentra la disposición al optimismo, la sociabilidad, la compresión emocional, la autoeficacia y la afectación, entendidas como esenciales para contribuir a un desempeño profesional positivo, basado en la humanización, como es el modelo HUMAS.

The Development and Validation of the Healthcare Professional Humanization Scale (HUMAS) for Nursing

The approach and use of the term “humanization” is very much present in healthcare. However, instruments for measuring the concept of the humanization of care are yet to be designed and developed. Objective: The main objective of this study was to evaluate and validate the Healthcare Professional Humanization Scale (HUMAS) for nursing professionals. Method: The sample was made up of 338 adults, who were nurses working at health centers and hospitals, and aged between 22 and 56. Results: The results of the analyses confirm that the Healthcare Professional Humanization Scale (HUMAS) has an adequate construct validity and reliability, and defines the humanization of care as a multidimensional construct, made up of five factors: Affection, Self-efficacy, Emotional understanding, Optimistic disposition and Sociability. Conclusions: The new HUMAS scale may be an easily administered and coded instrument for approaching the humanization of care, not only in research, but also in practice.

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